miércoles, 4 de junio de 2014

El reencuentro - por Jezabel Fuertes.

Y volvimos al callejón, que una vez nos espió.
Tu y yo.
Y nos encontramos y nos miramos a los ojos, como debe ser, como nunca fue.
Y tu boca rozó la mía, con ganas, deseo, pasión...
Bajaste tu mano acariciándome y ese botón que se desabrochó, o cayó, o se perdió, no lo sé, que más da, pasional fue, lujuria también.
Conseguiste hacerme temblar, estremecer...
Que más ? Te lo digo ?
Todo fue, nada es.
Y ahora ? Y después ?
Ahora es amor, no lo dudes, no preguntes. Después ... Pasión.
Me confirmas con un "Serás mi amor".
Entonces volvamos a dejarnos llevar, volar, amar ...
Que habrá tras el callejón ...??
Tu lo sabes. Y yo ? Yo también .


sábado, 31 de mayo de 2014

Sin título - por Pedro Pitofino.

Nos amamos y decidimos ser felices. No me di cuenta pero empezaste a matarme lentamente el día que decidiste poseerme. Yo lo acepté, y comencé mi suicidio. Fui consciente, y me complacía en suicidarme para ti.

El día que decidí volver a vivir y me marché de casa, me preguntaste, "¿Por qué eres tan egoísta?"


viernes, 23 de mayo de 2014

Eureka! - por Miguel Aguerrido.

Mientras estaba sentado en su escritorio absorto en sus libros de teorías y en sus ecuaciones no existía nada alrededor, pero al levantar la vista le invadía de nuevo la claustrofobia. Su sueldo como profesor de física no le permitía otra cosa que aquél angosto estudio abuhardillado, donde se sentía enclaustrado. Es cierto que un estudio así también tiene sus ventajas, no puedes tener muchas cosas (algo bueno si eres muy desordenado), limpias el piso entero en un periquete y puedes alcanzar todo sin levantarte de la silla.
En realidad últimamente se levantaba de la silla para coger las cosas desde que se cayó de espaldas al intentar coger un libro de la estantería inclinando la silla, no calculó bien la distancia. Cayó en la cuenta que tampoco calculaba bien las distancias al ir al servicio de noche sin encender la luz, últimamente se quedaba corto al buscar palpando la pared donde estaba el interruptor. Es como si aquella estancia fuese ahora más amplia, o él estuviese encogiendo. Se estaría acostumbrando a las estrecheces, nada de aquello era posible según las leyes de la física… O si?
De golpe se estremeció y comenzó a repasar con excitación todas sus ecuaciones. Si, no cabía duda, esta nueva teoría explicaría porque esas fórmulas nunca acababan de cuadrar y el universo se movía de esa manera. Eureka!.
Salió corriendo a la universidad para proclamar su gran descubrimiento: "El universo se expande"


jueves, 22 de mayo de 2014

Callejón - por Jezabel Fuertes.

Me vistes, te vi. Me miraste, te miré.
Me hablaste, te hablé.
Que fue? No lo sé.
Algo es, seguro, lo sé.
Quedamos en vernos otra vez.
Por qué? No lo sé, así fue.
Me volviste a encontrar, te encontré.
Me besaste, te besé.
Nos acariciamos, amamos, perdición fue.
Que lujuria, desenfreno...
Amor eterno? No lo sé, algo fue.
Pero ahora nos une todo, nada, el destino, la verdad, la mentira.
Déjalo así, tal cual, bueno es.
Malo? No lo sé.
Qué hacemos ahora?
Seguir, parar, dejarnos llevar.
Yo me dejo, déjate.
Llévame tu , guíame, ámame.
Yo te amo..? No preguntes.
Lo único que sé es que quiero volverte a ver.
Tú también ?


miércoles, 21 de mayo de 2014

Miguel Aguerrido - Cercanías (Polizón)

El abono de cercanías recibe un nuevo libro del que será punto improvisado. Viajará en él polizón y leerá sus historias a cachitos.


martes, 20 de mayo de 2014

Sin título - por Rodrigo Cabezas Astorga.

Desde Coelemu a Santiago todo parecía más rápido, y menos preparado para mí. Mi madre permitió que me llevara a mi perro, Joe -mezcla de Pastor Alemán y Dobermann- prometiéndole que, aun no cumplida la década de edad, me haría responsable, cuidaría de él y lo alimentaría.
A los pocos días de instalados en la casa de calle Marín, ya habíamos recibido múltiples reclamos del vecindario porque Joe no se adaptaba y aullaba toda la noche. Quien más reclamaba era el chico de la casa de atrás -nunca supe su nombre-, que estudiaba música e intentaba tocar el Clarinete o el Oboe -en ese tiempo era completamente incapaz de distinguir el sonido de uno o de otro- cuando el perro más extrañaba nuestro pequeño pueblo.
A las pocas semanas, debimos despedirnos de Joe, para no enfadar al barrio entero. Se quedó por la Villa Olímpica, seguro que hoy sus nietos hacen felices a muchos niños.
Años más tarde yo intentaba, igual que hoy, tocar la guitarra un poco mejor y trataba de leer unas partituras muy sencillas, pero que se me resistían, como se me resiste casi todo el aprendizaje formal... tocaba y repetía, tocaba y repetía...
Una melodía en la misma armonía, de pronto, empezó a acompañar mis intentos. Un sonido de viento y madera.
Estuvimos tocando juntos por más de media hora, yo en mi cuarto, él en el suyo... yo en calle Marín, él en el pasaje de atrás... no nos vimos las caras, no llegamos a conocernos... ni siquiera supe su nombre, pero la música y su magia sencilla en Do Sol Fa y La menor, nos reconcilió. Joe volvió, en mi imaginación, a pasear libre por Coelemu...


domingo, 18 de mayo de 2014

Sin título - por Pedro Pitofino.

Cerraste ese capítulo de mi vida. Lamento haberte dado la llave. Lo hice para que abrieras la puerta, no para que la cerraras, y ahora estoy prisionero en una función de la que no sé salir.


domingo, 11 de mayo de 2014

Cercanías (Desacato) - por Miguel Aguerrido.

El aire artificial y frío del vagón helaba las manos con las que sostenía el libro. Disponía aún de diez minutos de aquél paréntesis de soledad portátil en aquel tren repleto de gente. Calculaba las paradas que faltaban y las páginas que quedaban hasta llegar al final del capítulo, siempre es mejor poner el punto donde empieza uno nuevo. Tras una página en blanco comienza el nuevo capítulo titulado “árboles en el sol de la tarde” donde pongo la entrada de concierto que utilizo como punto de libro y lo cierro. Fuera, en el andén aguardaba el hedor gris de la recalcitrante rutina en la ciudad.

En lugar de levantarme me quedo ahí sentado hasta que bajan todos y el pitido indica el cierre de puertas, entonces vuelvo a abrir mi libro, retiro el punto y sigo leyendo donde lo dejé.  


lunes, 28 de abril de 2014

II Concurso de Microrrelatos - Miguel Aguerrido

Los huevones de los turistas corren asustados a encerrarse en sus hoteles, pero nosotros los cubanos sabemos que tras la apariencia aterradora de la tormenta tropical está caribe que viene a purificar y refrescarnos. Nos gusta su visita que anuncia con un manto oscuro en el cielo, el vendaval y tambores atronando.

La torrencial lluvia comienza a regar las calles y levanta una nube de vapor del caliente asfalto que viene a mi olfato con ese olor tan familiar. Los niños corren como locos por las calles atravesando la demencial apoteosis de agua. Saltan en los charcos, ríen y gritan tal como un día hicimos de chicos.

Tan diferente aquellos ágiles y vigorosos niños de un anciano como yo que se levanta con temblorosa dificultad del palco desde donde observo la calle. Mis piernas ya no me permiten correr pero aparentan que lo hacen y atravieso la fría cortina de agua quedando en seguida empapado.

Cierro los ojos y corro riendo bajo la lluvia, para nunca dejar de ser niño.

II Concurso de Microrrelatos - Raquel Tomé.

Balada de amor. 

Cuando Guillermo del Páramo acudió esa mañana luminosa al trabajo un vómito oscuro subió hacia la boca del estómago mientras escuchaba hipnotizado la música de una canción antigua que se filtraba entre los cristales refulgentes de la ventana. Sólo conocía una única persona en el mundo que podía entonar esa melodía de armónica. Y despertó su memoria anegada por los efluvios del alcohol que voló de súbito al Corralito la cárcel de las afueras de Benavente donde había entrado por una pelea de gallos borrachos. Era aún demasiado joven para tenerle miedo a la muerte y muchos menos a pelearse con dos pelados malparidos. Fue allí donde conoció a María Candela mientras le curaba las heridas en la enfermería y se reía a carcajadas con sus tonterías mientras su pecho frondoso subía y bajaba mecido por los espasmos de sus carcajadas. Se sabía un niño en sus manos y al mismo tiempo ejercía sobre ella el poder absoluto de provocar su risa escandalosa y feliz. Se enamoró sin saber cómo ni por qué ni hasta cuándo. Sólo sabía que después de haber retornado a la vida por fín había llegado la hora de la verdad para dejar de distraerse en el camino de los vicios e ir a buscarla feliz.